EDULCORANTES NO CALÓRICOS: UN DULCE PARA PERDER PESO

Los seres humanos somos grandes expertos en demonizar y crear culpables, no podemos negar que nos gusta contar buenas historias, y una historia sin un buen villano pierde bastante. Muchas veces creamos nuestros demonios sin un análisis de daños sincero y objetivo, el miedo nos ciega, y no hay nada más terrorífico que afrontar una realidad que no nos gusta, romper con nuestras creencias y asumir un cambio.

Los edulcorantes no calóricos como el aspartamo, la sacarina, la sucralosa, la Stevia, el ciclamato y el acesulfamo-K, se utilizan ampliamente en alimentos y bebidas para evitar el consumo de otros endulzantes energéticos como el azúcar o el jarabe de maíz alto en fructosa.

“A pesar del aumento del consumo de edulcorantes no calóricos en las últimas décadas, la epidemia de obesidad sigue creciendo sin parar”

Esta relación entre un mayor consumo de edulcorantes no energéticos y unas mayores tasas globales de obesidad ha creado una corriente de opinión poco afín a estas sustancias. Hoy analizaremos un demonio creado por muchos, y su relación con una de las patologías más abundantes a nivel global, hablemos de edulcorantes no calóricos y obesidad.

Edulcorantes no calóricos y peso corporal

La evidencia entorno al efecto de los edulcorantes no calóricos sobre el peso corporal es diversa y poco clara en la actualidad. Algunos estudios muestran reducciones en el peso corporal con el uso de estos endulzantes, al mismo tiempo, otros no encuentran cambios significativos (1).

Para complicar más el tema, algunos estudios observacionales sugieren que el consumo de edulcorantes no energéticos puede promover un aumento compensatorio en la ingesta de los alimentos, nos impulsan a comer más, llevando con el tiempo al sobrepeso y a un mayor riesgo de anomalías metabólicas (2).

“La principal razón tras estos resultados, a priori contradictorios, posiblemente se pueda atribuir a diferencias en los tipos de estudios realizados, en los criterios de inclusión, en los métodos estadísticos y en los diferentes ajustes utilizados por los expertos del ámbito”

Edulcorantes no calóricos vs azúcar y peso corporal

Vamos a intentar poner un poco de orden a este caos teórico. Empecemos por comparar que ocurre en nuestro peso corporal cuando sustituimos los edulcorantes calóricos como el azúcar por alguno de los edulcorantes no calóricos mencionados anteriormente.

Al final de una intervención de 4 semanas en la que se comparaban dos dietas, una suplementada con 4 bebidas diarias de sacarosa y la otra sustituyendo la sacarosa por un edulcorante no energético como el aspartamo, el grupo que consumió la dieta suplementada con sacarosa aumentó en mayor medida su peso y grasa corporal (3).

Cuando analizamos estudios de intervención de mayor duración, después de 10 semanas, el grupo que sustituyó el azúcar por edulcorantes no calóricos perdió más grasa que los que consumían sacarosa (4).

“Gran parte de la evidencia científica es clara, sustituir el azúcar o endulzantes nutritivos como agaves o la miel, por edulcorantes no energéticos puede ayudar a la pérdida de peso y grasa corporal, a cualquier edad (5, 6)”

Estos resultados son especialmente apreciables cuando se comparan los edulcorantes calóricos y no calóricos en dietas sin restricción calórica, donde se come ad libitum, en las que, normalmente el consumo de energía suele ser mayor.

“En condiciones ad libitum al reemplazar la sacarosa por edulcorantes no energéticos, la ingesta de estos endulzantes podría producir un mayor déficit calórico y una mayor pérdida de grasa, al sustituir una cantidad considerable de carbohidratos simples muy palatables y energéticos por sus similares  no energéticos (7)”

Por otro lado, la sustitución de bebidas calóricas por bebidas edulcoradas con edulcorantes no energéticos produce una pérdida de peso principalmente en personas con sobrepeso u obesidad, pero no, en cambio, en personas con un peso saludable (8).

Esto ocurre en todas las franjas de edad, incluso en adolescentes y en niños. Los edulcorantes no calóricos fueron especialmente beneficiosos en la pérdida de peso en aquellos niños con un mayor peso corporal (9).

“Es especialmente relevante señalar que incluso en la edad pediátrica, el uso de endulzantes puede servir como una herramienta dietética para reducir el consumo de otros edulcorantes energéticos”

Estos resultados tienen bastante sentido, ya que es en esta población con más peso, donde mayores consumos de azúcares simples y energía encontramos, facilitando, tras esta sustitución, la restricción de energía y carbohidratos, y la pérdida de grasa. Es más, el consumo de estos edulcorantes podría desplazar el consumo de alimentos palatables y de baja calidad por otros de mayor calidad y mayor poder saciante, como pueden ser la proteína o la fibra.

Edulcorantes no calóricos vs agua y peso corporal

Comparar los efectos sobre la composición corporal que puede tener un edulcorante no calórico frente al agua puede ayudarnos a identificar si la palatabilidad, el dulzor y la falta de energía de estos endulzantes pueden producir una mayor ingesta de comida a largo plazo al activar los sistemas del placer y por la compensación energética que defienden algunos autores.

En una intervención cruzada de 12 semanas los participantes consumieron diariamente dos porciones de 330 ml de bebida endulzada con una mezcla de aspartamo (129 mg) y de acesulfame-K (13 mg) o agua. Los resultado de esta intervención no mostraron  diferencias en la circunferencia de la cintura, el peso corporal o el IMC entre los consumidores de agua y los consumidores de edulcorantes no calóricos (10).

En otro estudio de intervención, esta vez de 6 meses de duración, los participantes consumieron cola regular, cola dietética o agua, en 3 grupos diferentes. Los resultados después de medio año mostraron una mayor cantidad de grasa total, de grasa visceral,  de grasa hepática, unos mayores niveles de triglicéridos séricos y de colesterol total en el grupo que consumía cola. Aquellos que consumieron la cola dietética, en cambio, mostraron una menor cantidad de grasa, valores similares a los que presentaron el grupo que consumía agua (11).

“El consumo de alimentos endulzados únicamente con edulcorantes no calóricos producen efectos similares al agua sobre el peso corporal (12, 13) ”

¿Cuál es la explicación tras los resultados de algunos estudios observacionales que muestran una relación positiva entre edulcorantes no calóricos y la obesidad?

Una de las principales razones tras esta asociación es un sesgo frecuente presente en los estudios observacionales sobre nutrición, la causalidad inversa.

El concepto de causalidad inversa es sencillo, cuando dos eventos, A y B, se presentan juntos y están correlacionados, si se concluye que A es la causa de B, cuando en realidad es B la causa de A, estaremos cometiendo la falacia de causalidad inversa.

Gran parte de la explicación tras esta asociación entre edulcorantes no calóricos y peso se debe a esta falacia (14).

“Sabemos que los individuos que padecen de sobrepeso u obesidad suelen recurrir al consumo de estos endulzantes no energéticos en un intento de consumir menos energía y bajar peso”

El mayor consumo edulcorantes no calóricos en personas con obesidad (15) puede hacernos pensar que el consumo de estos edulcorantes son parte del problema tras esta patología, lejos de la realidad.

La mayoría de hallazgos son consistentemente contrarios a la preocupación que han planteado algunos autores (16) que defienden que el consumo de estos edulcorantes puede aumentar el riesgo de tener sobrepeso y obesidad.

Esto refuerza la importancia de evaluar la jerarquía de los diferentes tipos de estudios que utilizamos en el ámbito de la ciencia. Especialmente, cuando se consideran los metanálisis y revisiones sistemáticas, basados en estudios observacionales, con un mismo sesgo, como instrumentos de formulación de políticas, lo que requiere un resumen de la evidencia disponible de mejor calidad, algo que no se da en numerosas ocasiones.

CONCLUSIÓN

La relación entre la obesidad y el consumo de dulces como la bollería y las bebidas azucaradas parece claro para gran parte de la población. Es un tema que veo zanjado y no tocaré en este artículo. El problema que veo es la demonización del dulce en todo el espectro de alimentos que abarca este sabor.

“Aunque hay una gran cantidad de alimentos dulces, casi siempre alimentos ultraprocesados, que son parte del problema de obesidad actual, sí existen alimentos dulces, incluso ultraprocesados o artificiales, que no se relacionan con esta patología”

No hay evidencia de calidad que sugiera que el consumo de edulcorantes no calóricos promueva el aumento de peso corporal, a ninguna edad. Más bien, la evidencia indica que reemplazar el azúcar por esta clase de edulcorantes conduce a una reducción de peso, sobre todo en personas con sobrepeso y obesidad, en dietas sin restricciones ad libitum. Estos edulcorantes no son mágicos, no son imprescindibles y son una simple herramienta de apoyo a una dieta saludable. No van a hacer que perdamos grasa por si mismos y un mal producto o alimento de baja calidad al sustituir el azúcar por estos edulcorantes sigue siendo comida basura, es importante recordarlo.

Su punto fuerte es su implantación en una estrategia efectiva de pérdida de peso, un plan para que podamos perder grasa sin prescindir del sabor dulce, dando cierta palatabilidad a nuestra dieta. Esto nos ayudará en gran medida en la adherencia a este plan, que es al fin y al cabo la base de todo.

“Todo el mundo tiene derecho a ser considerado inocente hasta que se demuestra lo contrario”